Tal y como dice el título.
Es asombroso como en unos minutos las
ilusiones que te hacían sonreír hacía horas, se desvanecen,
convirtiéndose en nada. Cuando las ganas se van. Cuando la alegría
se va de tus pupilas para volver cuando le apetezca, e irse sin dejar
huella cuando le apetezca.
Y me aferro a la ilusión para no
dejarla marchar.
Me aferro muy fuerte, y ni siquiera se
me pasa por la cabeza el asimilar que ya no está.
Mi mente y mi corazón sólo necesitan
llorar.
Yo, mi persona, necesita gritar.
Necesita tirarlo todo. Gritar a la vida que es una verdadera mierda.
Que lo único que hace es repartir sufrimiento.
¿Al destino? Al destino quiero decirle
que es cruel.
Es muy duro darse cuenta de que cuando
más necesitas a alguien, en el momento que más falta te hace esa
persona, la vida y el destino se ponen en tu contra. Te follan por
todos lados y te dicen en forma de castigo: jódete.
Y a veces me pregunto.. ¿En forma de
castigo?
¿Qué se supone que he hecho mal para
que me traten así?
Yo sólo he pedido un abrazo de la
persona amada. Un beso de la persona amada. Una mirada a los ojos y
un te quiero de la persona amada.
No es justo que la vida se cebe con dos
seres humanos que se aman mutuamente de esta forma. Quizás sean
pruebas que les pone. Pruebas que hay que superar para salir
fortalecidos de ellas.. Pero llega un momento en el que son
demasiadas pruebas.. Demasiadas.
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